29 diciembre 2005

REFLEXIONES LABORALES

Lo que sigue fue una sesión de catarsis del pasado lunes 20, que siguió a un llamado no tan inesperado, ofreciendo alternativas a mi actualidad laboral. Sepan de dónde viene, para entender el grado de neurosis:

A veces creo que soy demasiado idealista.

Todo indica que el laburo ideal es aquel en dónde se pasa la menor cantidad de horas posibles, aunque cobrando el mayor sueldo posible. Yo busco una dimensión en dónde lo bueno del trabajo se mida por el grado de
realización vocacional y no por la cantidad de ceros a la derecha.

Esta dimensión no existe, ¿no?

Por ahí no es justo comparar entre sí al "peor" laburo posible con el "mejor" laburo posible. Si traemos esta discusión a un plano un poco más real, lo que sucedería sería comparar un laburo
masomenos con otro laburo masomenos.

(Por
masomenos debería entenderse una realización vocacional promedio)

En ese caso, sería lógico pensar que el mejor laburo sería el que pague más, ¿no? Bueno, yo siento que eso es medio mediocre.

Creo que al solo considerar
tiempo invertido y remuneración neta solo se puede evaluar un trabajo de manera mediocre. Creo que realización vocacional también debería ser una variable de la importancia de las otras dos. Una santísima trinidad laboral, si me permiten la comparación herética.

En otros momentos pienso que estos planteos tampoco son del todo justos. En este último tiempo tengo una ensalada vocacional de proporciones bíblicas. Siempre tuve bien claro cuál sería
ese trabajo ideal que realizaría solo por placer y sin cobrar. Hoy en día no encuentro ningún trabajo que me movilice tanto como para hacerlo ad honorem.

Por ahí todo la cuestión es una simple crisis personal de falta de vocación que eclipsa las virtudes y defectos de las ofertas laborales que tengo golpeando a mi puerta. No lo sé.

¿Estoy solo en esta búsqueda de una dimensión paralela?

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