22 abril 2011

"MORENO" ES SINONIMO DE "NEGRO"

Los pedidos de Moreno ya tienen impacto en el Big Mac


McDonald's quitó de sus mostradores la foto del producto, que estaría más barato por orden del secretario

Viernes 22 de abril de 2011
Publicado en edición impresa de La Nación

Por Oliver Galak

De los casi 120 países donde McDonald's tiene presencia, sólo en dos su producto emblemático, el Big Mac, no figura entre los más promocionados. En la India, el Maharaja Mac de pollo fue la salida que encontró la cadena de comidas rápidas para no violar la prohibición hinduista de comer carne vacuna. En la Argentina, en cambio, la religión podría denominarse "morenismo" y el pecado a combatir es la exhibición de datos que contradigan el relato oficial de que no hay inflación .

En el resto del mundo, y hasta hace un tiempo en la Argentina también, el Big Mac -ese sándwich de hamburguesa doble del cual se venden 50.000 millones de unidades anuales en todo el planeta- aparece en un lugar destacado en el menu board exhibido arriba de la línea de cajas. Y su precio se ubica en general en el promedio de los otros menús que se promocionan acompañados por papas fritas y gaseosa.

Los locales argentinos de McDonald's, sin embargo, no cumplen ninguna de las dos premisas. Aquí, los otros menús tradicionales superan en hasta un 50% el precio del Big Mac (los premium casi lo duplican). Y, quizás para compensar, la cadena de la "M" amarilla prácticamente escondió el Big Mac de su cartelería: hay que buscarlo en un cartel más chico en el extremo de la línea de cajas.

Aunque la empresa aduce que obedece a diversas políticas de promoción, en el sector es casi un secreto a voces que la decisión de pisar el precio de la hamburguesa doble con queso y pepinos se habría tomado luego de un pedido del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. El funcionario no contestó la consulta de La Nacion.

¿Por qué el guardián de los precios se la agarró con el sándwich más popular del mundo? Hay dos teorías. La primera, de difícil comprobación, es que se trata de uno de los productos relevados por el índice de precios al consumidor (IPC) del Indec; al plancharlo, se baja artificialmente el indicador de inflación, aunque en una proporción muy reducida.

La segunda es más evidente. La revista británica The Economist elabora anualmente el "índice Big Mac". Esa comparación deja en evidencia que, aquí, los precios argentinos están muy cerca de los norteamericanos, aunque el ingreso promedio de sus ciudadanos muestre una brecha considerable. Si el índice releva un precio del Big Mac argentino artificialmente bajo podría llevar a pensar que el peso aún mantiene la competitividad cambiaria que ganó con la devaluación de 2002. En varios locales porteños, el menú Big Mac (con papas y gaseosa) se vende a 20,25 pesos, mientras que el resto de los menús oscila entre 28 y 30 pesos (los de carne seleccionada llegan a $ 37). El sándwich solo (el del índice Big Mac) cuesta 16 pesos, contra el rango de 21 a 23 en que se ubican los demás. El Whooper Doble, que sería el equivalente de la cadena competidora Burger King, cuesta $ 23 (o $ 30 en forma de menú).

Política de marketing

La empresa atribuye estas diferencias a una política de marketing destinada a realzar la performance de distintos productos. "Vamos jugando de distintas formas con lo que al público le genera más interés. Hay otras hamburguesas que van entrando y saliendo del menú; ahora, por ejemplo, estamos apostando fuerte a todo lo que es la línea Angus. El Big Mac ya es el ícono de la marca, con lo cual necesita menos promoción", sostuvo el director de Comunicaciones Corporativas para Latinoamérica Sur, Federico Ovejero. El vocero reconoció que existe la versión de que el precio del Big Mac "está pisado", pero lo vinculó con la necesidad de "dejarlo más competitivo para otros sectores" de la población.

El índice Big Mac se basa en la teoría de la paridad del poder de compra (PPP, por sus siglas en inglés), que permite comparar el costo de vida a través de una canasta de productos. En la última edición, en julio del año pasado, la revista The Economist debió hacer una revisión para el caso argentino. En la publicación original se consignaba que el precio de la hamburguesa era de 7 pesos (o 1,78 dólares al cambio de ese momento), lo que mostraba la moneda argentina muy subvaluada respecto del dólar, y al Big Mac argentino, entre los más baratos del mundo. Pero ese precio correspondía a una promoción temporal y el verdadero valor del Big Mac fue pronto corregido a 14 pesos, con lo cual el peso argentino quedó de mitad de tabla para arriba: comprar el sándwich aquí o en Estados Unidos costaba casi lo mismo.

"Estados Unidos es uno de los países con los que peor estamos porque nos atamos al dólar y el resto de las monedas en realidad se apreciaron frente al dólar", explicó Soledad Pérez Duhalde, analista de la consultora Abeceb.com.

El tipo de cambio multilateral (base 2001) es de 2,01, mientras que el bilateral con Estados Unidos se ubica en 1,30. "En 2010, el peso se devaluó 4,66 por ciento frente al dólar, contra una inflación argentina del 23,9 por ciento y una inflación en Estados Unidos del 1,5 por ciento. Así se va perdiendo competitividad desde el lado de la paridad cambiaria", agregó la economista.

OTRA MUESTRA PAUPÉRRIMA

El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, atacó ayer en duros términos al premio Nobel Mario Vargas Llosa y al filósofo español Fernando Savater por sus críticas al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y sus consideraciones sobre el peronismo. En declaraciones radiales, acusó a ambos intelectuales de decir "estupideces" y afirmó que siente "vergüenza ajena" ante las opiniones de ambos escritores.


Aníbal Fernández criticó a Savater y a Vargas Llosa

"Me parece horrible lo que hacen. Me hace sentir un poquito de vergüenza ajena que vengan a otro país a decir estas estupideces", dijo Fernández en declaraciones a la radio La Red. "¿Qué les importa a ellos? La Argentina es un país soberano que tiene derecho a hacer lo que se le antoja. Me parece de pésima factura meterse en otros países a decir cosas de estas características", afirmó, aunque aclaró que es lector de las obras de ambos y resaltó su "valía" como escritores.

En una de sus críticas más fuertes, meses atrás, Vargas Llosa había dicho al diario italiano Corriere della Sera que "Cristina Fernández es un desastre total. Argentina está conociendo la peor forma de peronismo, populismo y anarquía. Temo que sea un país incurable

El jefe de Gabinete fue, sin embargo, particularmente duro en sus términos contra Savater, a quien le recomendó "ocuparse de su vida" porque "viene a la Argentina a hablar mal del partido que gobierna en la Argentina".

"Cerrá el pico, papi. Metete en lo tuyo y andá a opinar a España", dijo Fernández, en respuesta a las opiniones del filósofo y escritor, que el martes pasado visitó una escuela en Villa Ballester y luego, en diálogo con los periodistas, afirmó que considerarse "peronista es semejante a llamarse Tiranosaurio rex o algo por el estilo". En la misma oportunidad, Savater relacionó el peronismo con la dictadura de Francisco Franco en España.

El jefe de Gabinete subió el tono de sus críticas al filósofo español. "¿Qué tenemos que darle explicaciones a Savater? ¿Quiere sacar un poquito más de chapa para que lo escuchen? Si es un fenómeno escribiendo, ¿por qué no sigue haciendo lo propio?"


Vargas Llosa reivindicó el derecho a la crítica

Argumentó con énfasis la decadencia argentina y las razones de su crítica: "A principios del siglo XX, el modelo educativo de la Argentina era el más avanzado del mundo; las tres cuartas parte de Europa eran del tercer mundo. ¿Qué pasó? Hoy tendría que tener el mismo nivel de Suecia. ¿Por qué está la Argentina con esta crispación política casi permanente?"

"Yo combato a todas las dictaduras, a las dictaduras de la izquierda del proletariado y a las de la derecha de Cristo Rey. En definitiva, todas hacen lo mismo, traen retroceso a los pueblos", advirtió.

14 abril 2011

LA FRASE DEL DIA

"De acá no nos vamos a ir, porque estamos cansados de pagar alquiler y queremos una vivienda propia." Explicó Omar habitante de la nueva Villa San Martín, aledaña a la Villa 31, de origen paraguayo.
Enviado desde mi BlackBerry de Movistar (http://www.movistar.com.ar)

04 abril 2011

¿Para qué trabajamos?

Por Orlando Ferreres

Especial para lanacion.com
 
En una encuesta que se hizo en Francia hace años atrás se preguntaba "¿Por qué trabajamos?". La respuesta, en un 90 % fue: "Para ganar dinero". Esto nos parece evidente, como que el sol sale por la mañana, no hay con que darle. Sin embargo, no es así. El error se observó en otra encuesta posterior: "¿Por qué el dinero permite comprar cosas?" Aquí el 90 % confeso que "no sabía". Esto según el libro de Fourastié sobre el trabajo.


Veamos el tema del dinero. Trataré de ilustrarlo con un ejemplo. Llega un visitante a un pequeño pueblito. En ese lugar la gente estaba muy endeudada. Va al único hotel y le dice al dueño que quiere ver las habitaciones y que le deja una seña de 100 dólares, mientras las revisa. El dueño le pide a la mucama que le muestre las habitaciones con detalle. El dueño sale corriendo, va a la panadería y le paga al panadero los 100 dólares que debía de pan, facturas y pan de pico. El panadero sale corriendo y va a la casa del chacarero (que vive en el pueblo) y le paga 100 dólares que le debía de trigo. Este va al carnicero y le paga los 100 dólares que le debía desde hace 6 meses de asado de costillas y lechoncitos. Este va al dueño del bar y le paga 100 dólares que le debía de una partida de póker que había perdido. Este, rápido, va al hotel y le paga al dueño los 100 dólares que le debía desde que vino la suegra y su familia se habían alojado allí. En ese momento, bajan por las escaleras la mucama y el visitante y éste le dice al dueño: no me gustó ninguna habitación. El dueño le devuelve los 100 dólares al visitante, éste los toma y se va del pueblo. Todos cancelaron sus deudas y no quedo más dinero en el pueblo.

Todos los meses, cuando cobramos el sueldo y luego lo vamos gastando, ocurre este proceso. Incluso la cantidad de dinero ni siquiera aumenta, si no hay inflación. El dinero actúa como medio general de cambio, pero no trabajamos para el medio general de cambio sino para poder consumir o gozar de más bienes y servicios.

Entonces, en realidad, trabajamos para producir, no para ganar dinero. Este se usa como medio para la distribución de los bienes. Cuanto más producimos, más bienes o servicios tenemos a nuestra disposición. La medida más simple y aceptada del desarrollo económico es el Producto Bruto per Cápita, o sea la cantidad de bienes y servicios disponibles por persona. No es una medida perfecta, pero es la mejor que tenemos aunque hay otras más complejas.

La productividad media de una economía se puede calcular dividiendo el Valor Agregado (PIB) por la cantidad de personas que trabajaron para realizarlo, o sea por el nivel de ocupación. Esto nos da una idea de la competitividad verdadera de ese país (desde ya la competitividad no es el tipo de cambio devaluado, si no todos los países serían competitivos fácilmente, devaluando). En la Argentina, desde 1973, la productividad de la mano de obra ha fluctuado hacia arriba y hacia abajo, pero ahora estamos prácticamente en el mismo nivel que hace 40 años. En EE.UU., España, Italia, (aún con la crisis actual) ha crecido entre esos mismos años alrededor de un 120 %.

Este es el drama argentino: mientras discutimos lo irrelevante, ideología, personas que nos gustan y otras que no queremos ni ver, amigos del pasado reciente que hoy quisiéramos hundir, en otros lugares, cada día usan el tiempo para mejorar la tecnología, para atraer capital, para mejorar la productividad, crecen y mejoran las condiciones de vida en forma sostenible y dejan de lado la obsoleta discusión ideológica. Esta sería la instrumentación práctica de ideas preconcebidas, aún cuando vayan en contra de la verdad o la realidad.

Como ha dicho M. Porter: "La competitividad no se hereda, se gana todos los días trabajando muy duro". Si tenemos recursos naturales, como el petróleo, pero les pagamos a los inversores, en exploración y explotación, un precio menor a la mitad del internacional, terminamos perdiendo el autoabastecimiento que tanto trabajo que le costó a Frondizi lograrlo. Tener recursos naturales y no explotarlos no es competitividad.

Si tenemos cada vez más gente que recibe dinero de otras personas, pero no trabaja, solo estamos pasando el trabajo de algunos al gasto de otros, pero el que trabajó no puede gozar de todo el producto de su esfuerzo. Como un tema de corto plazo los subsidios pueden ser adecuados, pero no pueden durar 10 años o más. Requerimos una estrategia de alta inversión para lograr la ocupación de toda la población. Esto requiere, en el siglo XXI, un gran nivel educativo, pero hay alrededor de 950.000 chicos de menos de 24 años que ni trabajan ni estudian: ¿Qué futuro les estamos dejando? Con subsidios sólo puede haber votos, pero no hay futuro. Inversión y educación son las claves del siglo XXI.

Aprovechemos esta gran ola favorable que nos brindan las condiciones internacionales: gran liquidez mundial con bajas tasas de interés combinada con altos precios de nuestras exportaciones, para hacer una transformación estructural de la Argentina invirtiendo hasta el 30% o más del PBI y recuperemos la idea de un sugestivo proyecto en común.