09 diciembre 2005

PELUCHA: LA HISTORIA DESCONOCIDA #1

"La Pelucha" fue un terreno de 44 hectáreas en Zárate, comprado en 1910 por mi bisabuelo Juan Angel Andrés Briano y su esposa, María Mercedes Gutiérrez alias Pelucha. Con el tiempo, el terreno fue loteado y heredado por 6 (de los 7) hijos de ese matrimonio: Margarita Carolina (alias La Negra), Roberto Felipe (mi abuelo), Héctor Angel, Juan Marcos (alias Jony), María Mercedes (alias Beba) y Maria Ercilia (alias Mary). Décadas después, los terrenos que no fueron vendidos, volvieron a ser subdivididos y heredados por la siguiente generación. Esta es una recopilación de anécdotas de las 4 generaciones de Brianos (de sangre y políticos) que supieron crecer en nuestra tierra. Hoy presentamos... "Lobo" por Roberto Briano (robertobriano@yahoo.com.ar) Allá por fines de los 50´s principios de los 60´s mi viejo no tenía auto y viajaba a La Pelucha en tren (no se olviden que era ferroviario y tenía su "pase" que creo que era gratis). Obviamente el tren lo dejaba en Zárate y viajaba hasta el campo en el extinto Expreso Paraná (Línea 228), sí el mismo que salía de Pte Saavedra, solo que era un servicio de Zárate a Capilla del Señor, que iba por la RN 193 que, en ese momento, era el camino de tierra (hoy semi-abandonado) que pasaba por la entrada lateral al campo. Eran las épocas gloriosas de La Pelucha, con caballos como Timbú y perros con nombres originales como "Lobo". Lo que recuerdo de Lobo era su color (naranja claro) de pelaje parecido a un Labrador (aunque no lo era). Era un perro extraordinariamente inteligente, y ahí viene la anécdota. Cuando papá se volvía de La Pelucha, caminaba hasta la tranquera lateral y esperaba el 228. Por supuesto que Lobo lo acompañaba y se quedaba sentado al lado de él. El 228 venía de Capilla por el citado camino de tierra, pasaba frente a la escuelita (aún existente) y tomaba el tramo recto hasta pasar por el campo. Bien, bastaba que el colectivo apareciera en el horizonte con la polvareda que levantaba, y Lobo automáticamente empezaba a llorar al lado de papá, porque sabía que se iba. Esto, no solo papá lo contaba siempre, sino que alguna vez fui testigo presencial cuando, en alguna oportunidad, nos quedamos con mamá y Juanal y papá se tuvo que volver por laburo.

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