26 febrero 2006

EL MISTERIO DE LOS ANTEOJOS DE SOL

La imagen es en blanco y negro. Todos los hombres usan sobretodos arriba del traje y sombreros de ala angosta. Todo el mundo fuma. El humo hace arte abstracto debajo de las lámparas. La música ambiental es o Jazz o Big Band. Se vuelve obvio que es reproducida en monofónico. Probablemente disco de pasta a juzgar por el ruido a fritura del fondo, la saturación de los agudos y la falta de bajos. Nadie parece tomar otra cosa que Gin Tonics o Bourbon straight, not on the rocks. Todas las mujeres parecen usar un porta ligas debajo de las faldas. Es un tiempo muy especial, en dónde todo parece suceder a 18 fotogramas por segundo en vez de a 24. Es en este momento del tiempo y espacio en dónde transcurre nuestro misterio. Nuestro elocuente detective se encuentra desesperado. A esta altura ya está borracho. El nudo de la corbata flojo y el botón del cuello desabrochado. El sombrero descansa sobre la mesa de bar al lado del cenicero saturado de colillas. La imagen se congela y da comienzo al flashback. 8 de noviembre, 2004: El detective cierra su valija en un departamento totalmente desprovisto. Se vuelve obvio que está por emprender un viaje. Por más que no queda gran cosa del mobiliario en dónde esconderse, el revuelve buscando sus anteojos de sol. Nada. Sería recién después de su (¿triunfal?) regreso que los lentes encontrarían su camino de regreso a su amo, por mano de la persona que le había comprado el auto días antes de haber emprendido el viaje. En ese momento, la mínima noción de que por miedo al viaje, y con la fantasía de reencontrarse en suelo argentino, los anteojos habían preferido esconderse de él. Presente. La borrachera de nuestro héroe se debe a que al borde de emprender una nueva aventura en el extranjero, nuevamente ha perdido sus lentes. Todo esto resulta muy extraño, casi surreal. El vínculo de nuestro héroe con este accesorio tan imprescindible comenzó en el ´98 pre viaje a Costa Rica y desde ese entonces han sido inseparables... Es simplemente incomprensible. ¿Será la avanzada edad que le ha generado a los lentes miedo a volar...? ¿O será otra cosa?

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