15 julio 2006

PENA DE MUERTE SIN JUICIO PREVIO

A veces, la comida, es todo lo que a uno le queda. Hay días en dónde parece que todo el mundo -desde la disposición estratégica de la caca de perro en las veredas, hasta el estado del tiempo, hasta el tránsito, hasta los baches y los taxistas (y, ¿por qué no? Dios mismo) está en contra de uno. No se hagan los boludos. Todos tenemos, hemos tenido y tendremos días como estos. Fue particularmente en un día como este que mi historia tuvo lugar. Cada vez que algo salía mal durante el día, y creanme que esto pasó muchas más de una vez, lo único que me daba fuerzas para seguir era fantasear con las milanesas de mi vieja que tenía petrificadas en mi freezer. Repito: A veces, la comida, es todo lo que a uno le queda. Para aquellos que desconocen la vida del homo sapiens macho -soltero- que vive solo, la comida casera -la buena al menos- se convierte en uno de esos raros placeres que a veces, son la única prueba que uno tiene de que existe un balance cósmico... pseudo divino, el ying y el yang, si se quiere. Dentro de esa categoría, hay pocos ítems que considero celestiales y más preciados que la vida misma: 1) La fondue de queso de mi vieja. 2) El Lemon Pie de mi abuela. 3) El pionono de jamón y queso de mi vieja. 4) Las milanesas de mi abuela. Imagínense lo violento que me puse cuando llegué a casa, abrí el freezer, abrí el tupper y me encontré con que casi todas las milanesas tan preciadas (menos dos) habían desaparecido. ¿COMO MIERDA PUEDE SER? ¡¡YO VIVO SOLO Y LA GATA NO TIENE DEDOS PRÉNSILES COMO PARA ABRIR UN TUPPER!! Me tomó apenas segundos encontrar a la culpable y sentenciarla a cadena perpetua sin juicio previo. Fue la chica que limpia en casa. FLASHBACK: Un par de semanas antes, había vuelta temprano de laburar y había escuchado el calefón prendido en medio de la tarde. Me pareció raro. Todo se aclaró 5 minutos después cuándo ella salió del baño con el pelo mojado. En ese momento empecé a sospechar. Los jueves, cuándo ella viene, empecé a encontrar la tele en otro canal que el que la dejo la noche anterior. Este jueves en cuestión, el de las milanesas, había pasado algo que me hizo saber instintivamente que las milanesas habían sido una represalia. Una banda de amigos había venido a cenar a casa unas noches antes y la casa había quedado hecha un kilombo. Eso si, me tomé el laburo de dejarle una notita disculpándome y le dejé más plata para cubrir cualquier tiempo extra que este le pudiera demandar. ¡Me sentí el más albóndiga! ¡Resulta que le estoy pagando horas extras para que se lastre mi poseción culinaria más preciada! Era el crimen perfecto. No habían quedado evidencias. Había lavado todo (sartén, plato, cubiertos), secado todo y guardado todo... Claro. Ella no contaba con lo estricta que llevo la contabilidad de los contenidos de mi freezer. En fin, no veo muchas alternativas más que electrocutarla y hacerlo parecer un accidente.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una persona que se baña en tu casa y se come tu comida no es tu empleada doméstica. Es alguien que ya se siente dueño. Mañana será peor. Y lo preocupante es que debe tener una gran familia dispuesta a sacar ventaja de aquello que -por ahora- ella no hace. Bueno, sin generalizar, pero...
La distancia en ciertas circunstancias no es antipatía, es respeto. Y la confianza a ciertas personas no se retribuye en valoración, sino en mayor rencor. Al fin y al cabo la otra se pregunta ¿y por qué no yo? Y ahí se producen ciertas transforamciones internas de personalidad que pasan y asombran hasta a las mejores familias. Obvio que hay familias soretas, claro. Todo el mundo mide y es medido. Y a vos ya te sacaron el metro.
Qué se yo.
Pero lo que sí sé es que es una desubicada del orto, fletala y cambiá la cerradura. (Aclaración: otra cosa sería que expresamente la hubieses invitado a hacer de TU casa su quilombo) (jejeje). Ah, y si no la fletás y le decís algo así como "no hagás esto o lo otro", preparate, que se viene la revancha, aunque pida disculpas y se muerda la lengua. La imaginación, al poder.

The domestic fair

P.D. Dejé de tener esos días malos cuando me dí cuenta que estar de mal humor -justamente- me hacía de esos días una cagada. ¡Magia!

Cereza Martinez dijo...

no creo en la hipótesis del usuario anónimo, tampoco exageremos, esto no es La Ceremonia de Chabrol. Son solo unas pequeñas licencias que se toma cualquier laburante. Como cuando me llevé (preciado) trailer de Dragon Ball en 35mm del cine, o como cuando me clavo unos tortolines (plátano disecado, producto ecuatoriano) en mi laburo actual, o como cuando me traje la web cam a casa. Cositas aparentemente inofensivas pero que con los años, este goteo permanente (multiplicado por millones), provoca la caída de la bolsa y cracks bursátiles insospechados...

Mi veredicto es... : CULPABLE. No por haber manoteado y haberse clavado un chegusán de milana, sino por haber sido descubierta. No hizo un laburo fino. ¡A la puta calle!.

Buscá alguna tipo Sandra Villarruel

besos & abrazos

Andriu dijo...

Me hacen pensar... ambos...

Pauvre Mumiç, no te da nostalgia decir un chegusán de milana? Te acordás de los infaltables chegusanes del recreo de la facu??? Y de los panchos de Constitución?

Cereza Martinez dijo...

claro! por eso lo dije, en aquellos dias de facu aprendí la expresión "chegusán de milana". Con respecto a los panchos de Constitución, creo que ya no tengo los huevos de entonces como para animarme a tragar algo tan dudoso, pero los 3 salimos sanos y salvos... que espíritu aventurero nos llevaba a comer esos panchos? Boh, igual el calor mata todo...

besos & abrazos