08 febrero 2006
ACEPTAMOS VISA Y MASTERCARD
Pregunta: ¿Que hacía este autor en la Av. Colombia al 4300, en el día de la fecha a las 7AM, vestido de traje y con su DNI, formularios DS-156 y DS-157 completos, todos los pasaportes que jamás tuvo y una foto 5x5 de frente, sin anteojos sobre fondo blanco?
Respuesta: Solicitaba la visa B1-B2 para entrar en USA y hacer un training en proyección del sistema Imax.
Antecedentes 1: A los 14 años me habían otorgado una visa B1-B2 por tiempo indefinido. Aparentemente, el tiempo indefinido es finito.
Antecedentes 2: En marzo del 2002, mi buen amigo Félix se quiso ir para allá de vacaciones, y al solicitar la visa, lo trataron como un sudaca y se la negaron. (NdlT: En dónde dice de vacaciones, se debe leer de inmigrante ilegal) U$S200 a la basura.
Antecedentes 3: En noviembre del 2002 mi hermana Ana (en ese momento menor de edad) quiso sacar la visa para ir a visitar a unos amigos de la flía en Seattle. A pesar de que ellos decían pagar todos los gastos en interminables cartas al cónsul, a ella también se la negaron. U$S 100 a la basura. Al final se la terminaron dando y ella terminó viajando, pero no sin antes tirar otros U$S 100 al mecanismo de la embajada.
Armado con la ansiedad y el nerviosismo que esas frustradas experiencias tan cercanas generan, me paré a hacer la cola. Claro, yo tenía cartas de la empresa que avalaban mi petición, pero en mi fantasía, las visas eran rehusadas a viejitos que debía viajar de urgencia para operarse del corazón...
Me pidieron que fuera a la embajada sin celular y sin mochila ni bolso de ningún tipo y así fui. Obvio que todo el resto de los argentinos en la cola, fueron con bolsos y celulares de todo tipo, color y tamaño. ¿Podrían haber ido de otra manera?
Me hicieron hacer una cola para decirme que la foto del formulario no me servía. Me tuve que sacar otra. Gracias a la tranfugueada local, había un hippie sentado en la plaza de enfrente sacando fotos adecuadas por $20.
La segunda cola terminaba en la ventanilla en dónde revisaban mis papeles, para ver si faltaba algo.
La tercera cola terminaba con la entrada a la embajada (así es, hasta ahora todo sucedió en la calle). Detector de metales: Reloj, llaves, monedas, clips de papel, cinturón y billetera pasaron por la máquina de rayos X. Me devolvieron todo menos las llaves del auto (prestado), porque me vieron cara de McGyver y les dió miedo que con los componentes electrónicos del control de la alarma del auto, arme un bomba una vez adentro.
Una vez dentro y, con los pocos papeles que me quedaban, pasé otro detector de metales y me senté en una sala de espera con otras 40 personas que habían llegado antes que yo.
Al frente de la sala de espera hay 6 ventanillas. Del otro lado, 6 empleados de origen norteamericano. De este lado alguien que quiere una visa. En el medio, vidrio a prueba de ojivas nucleares de 2 pulgadas de espesor. ¡Miren si el vidrio será grueso que para comunicarse hace falta un intercom! ¡Igual que las películas de cárcel yankees!
Los oficiales van llamando por nombre con un grueso acento inglés. Llaman de a cuatro cristianos. Todo el mundo de la sala de espera puede escuchar lo que le decís al tipo.
"...guiiermo ándres brianou las... lassalah?" interrumpió mis pensamientos la mujer de la ventanilla 10. "Pero, ¿cómo puede ser?, Toda esta gente está acá desde antes que yo..." pensé. Me paré, puse cara de poker y me sentí caminar al cadalzo. "¡Guantánamo allá voy!" pensé mientras me arrepentía de muchas cosas que escribí en el blog.
Antes que nada, la gringa me pidió escanear mis huellas dactilares. Se volvió obvio que el Departamento de Estado trata de recopilar y almacenar información (fotos, huellas e info) de todos los habitantes del mundo, sin importar si te dan la visa o no. Y después me preguntó:
"Purpose of trip: Imax training?"
Tuve la buena estrella que me tocara una fan del cine y de Imax. Antes de darme cuenta, estaba enfrascado en una conversación en inglés acerca de Imax y lo genial que es.
Así fue como me dieron la visa. Así que hasta los 39 años puedo entrar en USA las veces que quiera. Probablemente, para esa época, el mundo ya se haya autodestruído. Si no, 10 años es el tiempo exacto que necesito para reponerme de los nervios que te hace pasar esta gente.
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