04 septiembre 2014

Finito

Hoy más que nunca tengo la sensación de que nada es para siempre. Admito que ante una segunda lectura, la primera oración es, cuándo menos, una pelotudez obvia. Pero me permito detenerme en la sensación. Obvio que nada es para siempre. Pero nuestro vocabulario admite el concepto "para siempre" y con esa complicidad, nosotros tenemos un lugar en nuestras cabezas para la existencia del "para siempre". Unos más, otros menos, pero todos sentimos en algún nivel y con alguna frecuencia que vamos a vivir para siempre. Por eso nos resulta tan terrible la rutina... pero eso es otra historia y no me quiero ir por las ramas. En 24 horas recibí dos noticias tristes. Ninguna en primera persona, pero me resultaron tan tristes, que la angustia me llevó a postear algo en este blog después de demasiados meses de silencio. La primera noticia fue que se incendió la Capilla de la Inmaculada Concepción de Bariloche. Era una capillita hermosa de 110 años toda hecha en madera. Generalmente considero que la religión es una pérdida de tiempo y de sangre inadmisible. Que se prenda fuego un lugar de devoción, más allá de la religión a la que pertenece, no me preocupa en lo más mínimo (a menos que hayan habido alguien adentro). Pero verán, esta noticia me puso muy triste porque yo tenía un vínculo con esta capillita. Ahí fue dónde nos casamos con mi esposa. La segunda noticia fue la muerte de Gustavo Cerati. Yo no era fan de Cerati por su humanidad, ya que me resultaba soberbio y pedante. Pero fui, soy y seré fan de Soda Stereo hasta mi último aliento. Parafraseando un Tweet de Diego Ripoll de hoy: "Soda Stereo es la banda de sonido de mi vida". Este agujero que dejó Cerati en mi vida musical de argentino no lo va a llenar nadie. Nunca. Hace muchos años atrás, cuándo murió otra "persona" que admiraba, la introducción de su libro decía: "La muerte vende". Me estoy refiriendo al comic "La Muerte de Superman". Y es cierto. A Superman lo mataron porque matándolo lograban vender más comics que manteniéndolo vivo. Esto me vino a la cabeza esta tarde cuándo todas las emisoras de radio que tengo preseteadas en el stereo del auto estaban pasando Soda. ¿Ahora se acuerdan?. Cuándo se cumplió el tercer aniversario del ACV de Cerati, esto no fue ni siquiera merecedor de una mención en La Nación. Pero hoy lo extrañamos todos... Hipocresía. Hoy más que nunca tengo la sensación de que nada es para siempre. Y lo que más me hace sentir esto es que hace un mes, durante mi última visita a Bariloche, no entré en la capillita pensando en que iba a estar ahí siempre. Y eso que pasé por la puerta. Lo mismo con Cerati. Hoy que no puedo volver a verlo en vivo me recrimino todas las veces que tocó y yo no fui porque se me interpuso la vida. Porque iba a estar ahí para siempre. Hoy me resulta insoportable la contundencia del saber que no lo "veré volver". Y estoy triste...

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