Un 28 de abril, tal como hoy, pero del año de
vuestro señor 2005, el legendario explorador ateo Andrés Briano aterrizaba en el Aeropuerto Ben Gurión de la ciudad de Tel-Aviv en Israel. Este peregrinaje se hizo con una misión divina: pagar una deuda de honor. Finalmente pudo visitar a los Israelson y conocer a Ionatán.
Tal cómo cuenta la leyenda (apropiádamente documentada en
El Daily Bradbury) se empachó de comer coquitos en
Pessaj.
Observamos este día con el adecuado respeto.
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