Yo tiendo a pensar en música de la siguiente manera: Están las bandas que hacen buena música desde el estricto punto de vista académico/formal y están las bandas que hacen música que me gusta, que me mueve, que me hace sentir y que me hace enloquecer. La verdad es que pocas veces una misma banda está dentro de estas dos categorías. Poison es, sin duda, la banda que tengo más cerca de mi corazón y una banda que, estaremos de acuerdo, está dentro de la segunda categoría. Mucha gente se ha burlado de mí por mi incondicional seguimiento de estos tipos que pasaron por usar maquillaje y vestirse como minas, han usado ropa de spandex, pelos largos, brushing y bandanas. Pero la realidad es que esta música me ha ayudado a salir de momentos complicados y por demás depresivos. Los sigo hace más de 15 años, he estado en sus conciertos, he comprado sus discos, he encargado al extranjero los que no se conseguían localmente y lo seguiré haciendo hasta tener la piel toda arrugada. Esto es quién soy. Ellos fueron responsables de etapas de mi vida que hoy me dan vergüenza (como mi época de usar texanas) pero también de etapas que hoy siguen siendo muy mías, como la armónica.
Esta es mi humilde homenaje a estos tipos que vencieron las drogas, el alcohol, los triángulos amorosos, la diabetes y cualquier tipo de miseria humana, exacerbados al nivel de Hollywood, pero que cumplen 20 años de componer himnos rockeros.
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