15 febrero 2011

DOS PIEZAS (de equipaje) PARA PENSAR

Nuevos Obstáculos
por Juan Gabriel Tokatlian para LA NACION

La suma de dos sucesos aparentemente menores expresa una cuestión delicada en las relaciones entre Buenos Aires y Washington: el avión militar estadounidense requisado en el país y el cuestionamiento a la instrucción ofrecida por el International Law Enforcement Academy (ILEA) en El Salvador constituyen la doble faz de un asunto de mayor envergadura.

El relativo sigilo en el manejo del primer hecho y el escaso tacto del canciller respecto al segundo no deben llevar a confusión. Ambos episodios reflejan una tensión que no se explica suficientemente con el argumento de la no inclusión del país en el próximo periplo regional (El Salvador, Brasil y Chile) del presidente Barack Obama o con el razonamiento de que el gobierno pretende frenar a Macri.

Buenos Aires no ha puesto en tela de juicio la relación militar con Washington. A pesar de ser una herencia del menemismo, el kirchnerismo no ha cuestionado la condición de aliado extra-OTAN -único país en la región- que le otorgó EE.UU. El país continúa enviando a miembros de sus Fuerzas Armadas a los programas de entrenamiento de EE.UU.: entre 1999 y 2010 se entrenaron allí 5697 hombres, siendo el octavo país entre 36 latinoamericanos y caribeños y el primero entre los cinco del Cono Sur que más efectivos mandó. Entre 2004 y 2009, el país recibió armas y equipos estadounidenses por US$ 280 millones de dólares, siendo el sexto en América latina y el Caribe.

Sin embargo, hay roces crecientes entre ambos en el frente militar. El gobierno actual debe reconocer que la separación nítida entre defensa externa y seguridad interna encuentra nuevos obstáculos. En particular, después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Washington ha impulsado iniciativas para desdibujar esa distinción y convertir a los militares en lo que se denomina en clave anglosajona crime fighters en un marco más amplio en el que la "guerra contra las drogas" y la "guerra contra el terrorismo" se superponen. Diversas voces demandan políticas más coercitivas bajo el lema del orden: de allí a pedir un mayor rol de las fuerzas armadas en asuntos de seguridad interna hay un paso demasiado próximo.

En ese contexto, el mensaje de Washington es, otra vez, inquietante. El ILEA, con sede en El Salvador, es parecido, pero no idéntico a los otros ILEA en Hungría, Tailandia y Bostwana. Por ejemplo, en Budapest hay un papel significativo del FBI. En el caso de San Salvador, la gravitación de la DEA es fundamental.

Así, los temas del avión y de ILEA tienen una doble dimensión interna y externa, y apuntan a limitar las exigencias en uno y otro frente por lo que hasta ahora ha sido una política de Estado. En Buenos Aires y Washington, hay varios actores civiles y militares que saben que la frontera entre la defensa externa y la seguridad interna es, tácita o explícitamente, uno de los tópicos claves de la elección de octubre.

El autor es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella


La Tercera Valija
por Diego Guelar para LA NACION

La primera fue la de Antonini Wilson. La segunda fue una obra maestra de tapicería aeronáutica disimulada en la mullida marroquinería que decoraba el lujoso jet de los hermanos Juliá.


En el primer caso, se pretendió afirmar que fue todo una conspiración de la CIA para desprestigiar a los comandantes Chávez y Kirchner. Todavía está pendiente la extradición pedida a los EE.UU. para que Antonini Wilson declare en la Argentina.

En el segundo caso, el ministro del Interior informó que la "mercadería" había sido cargada en Cabo Verde durante la escala técnica para reabastecerse de combustible.

Ya no quedan dudas de que la tonelada de cocaína fue instalada en Morón y despachada desde Ezeiza sin control alguno. Todo indica que la DEA norteamericana colaboró con las autoridades españolas. No se advirtió a las autoridades argentinas que el procedimiento policial estaba en curso desde hacía varios meses.

Aunque no pueda caratularse de "valija", la decisión del presidente Obama de saltear a la Argentina durante su visita a Brasil y Chile fue la gota que rebasó el vaso. Nuestro canciller reaccionó ante el supuesto desplante atribuyéndolo a que "aquí, Obama no puede vender armas?".

No podemos ser ingenuos. Las confusas informaciones filtradas a través de un órgano periodístico paraoficial indican que el Boeing Globmaster III de la Fuerza Aérea norteamericana cometió desprolijidades en el inventario presentado a las autoridades argentinas. Estas tienen el derecho (y la obligación) de controlar todo lo que entra y sale por nuestras aduanas y, de objetarse legítimamente el ingreso de "material sensible", éste debe ser apartado y volver a su lugar de origen.

Pero también es cierto que se trata de un país amigo (como podía haber sido Brasil, Chile o España), invitado a cooperar con nosotros en un tema tan delicado como "manejo de crisis y toma de rehenes". Ambos países fuimos víctimas del terrorismo internacional, somos aliados y realizamos múltiples ejercicios militares y policiales en nuestro territorio, en Haití, en Chipre y en otros lugares bajo la común bandera de las Naciones Unidas. La Argentina ha sabido ganarse el respeto universal por el comportamiento de sus efectivos de las Fuerzas Armadas y de seguridad que han tenido que compartir con los norteamericanos delicados escenarios bélicos.

Sin lugar a dudas podría haberse manejado el tema a plena satisfacción de ambas partes para evitar todo altercado diplomático.

¿Por qué se hizo todo lo contrario? Falta una explicación oficial. Esperemos que esta reacción no sea sólo una infantil respuesta para compensar, con esta valija, las otras dos anteriores y el desagrado oficial ante una decisión del presidente Obama que en nada afecta el normal desarrollo de nuestras relaciones bilaterales.

El autor fue embajador en los EE.UU.

No hay comentarios.: